Nickels and Dimes *(Centavos y Monedas)*
- Jesús Suarez

- 20 oct
- 3 Min. de lectura
Por Rod Bien

He corrido dieciocho carreras de 100 millas hasta ahora, y he vomitado en cada una de ellas. No solo una vez por carrera, sino entre diez y veinte veces por evento.
Cuando mi cuerpo se estresa, mi sistema gastrointestinal es lo primero que se apaga. He probado innumerables dietas y estrategias de alimentación, pero todas terminan igual: vomitando.
En lugar de abandonar las carreras —o renunciar al deporte por completo—, he aprendido a aceptar esta peculiaridad fisiológica mía. De hecho, estoy tan acostumbrado que a veces simplemente lo asumo como parte de la experiencia.
He estado corriendo ultramaratones durante dieciocho años, además de numerosas carreras de aventura. En todos estos eventos —pero especialmente durante los ultramaratones de 100 millas— he enfrentado dificultades físicas y mentales, incluyendo la ya familiar indigestión.
Sin embargo, mi deseo de seguir adelante siempre ha superado cualquier incomodidad, porque sentía que abandonar podía ser más peligroso que continuar.
He notado que cuando un corredor abandona (DNF: Did Not Finish), las razones suelen ser muy específicas, acumulando excusas desde el principio.
Todo empieza inocentemente: “No desayuné bien”.
Un par de millas más tarde: “El terreno está más lodoso de lo esperado y me estoy resbalando”.
En el kilómetro 15: “Me salió una ampolla en el talón”.
En el 30: “Mi equipo no me alcanzó y no recibí mis geles habituales”.
A medida que la carrera avanza y la energía disminuye, todas esas pequeñas molestias se van sumando, “centavo a centavo”, hasta empujar al corredor a un DNF.
Uno de los intangibles que separa a los verdaderos atletas de resistencia del resto es cómo enfrentamos estos desafíos —grandes o pequeños— que todos, en algún momento, experimentaremos durante una carrera difícil.
En la San Diego 100 de 2015, alrededor de la milla 25, mi estómago se rebeló y pasé de estar en segundo lugar a cuarto. Desmoralizado, empecé a buscar en mi “catálogo de excusas” razones para abandonar.
Pero en lugar de rendirme, decidí buscar una solución. Comí un poco de aguacate. Todavía me sentía mal, pero me concentré en el hecho de que estaba corriendo por hermosas montañas y solo necesitaba llegar al siguiente puesto de ayuda, a unas cinco o seis millas.
Cuando llegué, me sentí un poco mejor y enfoqué mi mente en seguir avanzando hasta que el sol comenzara a bajar.
A medida que las sombras se alargaban, mi ánimo y mi estómago mejoraron. Terminé la carrera en segundo lugar, con un gran recuerdo para guardar. Conducir de regreso, pensando en esos pensamientos negativos y cómo los había superado concentrándome en metas a corto plazo, me hizo sentir victorioso.
Parte del éxito en un atleta de resistencia está en reconocer y resolver los desafíos sin permitir que se acumulen mental o físicamente.
Todo depende de cómo enfrentas esos momentos: ¿te paralizan o los superas y sigues adelante?
¿Abandonas por problemas estomacales o resistes hasta el final?
Al entrar en una carrera de resistencia, debes tener una actitud positiva y emoción por la aventura, pero también entender que habrá muchos obstáculos físicos y mentales.
Mientras los enfrentas, mantente firme y evita caer en un lugar oscuro.
No permitas que los “centavos” —esos pequeños problemas acumulados— te roben la satisfacción de cruzar la meta.
Al eliminar las voces negativas de tu mente y concentrarte en lo que sí puedes controlar, desarrollarás la fortaleza mental necesaria para convertirte en un atleta más fuerte y, con el tiempo, más rápido.
Rod Bien es Embajador de Patagonia y uno de los ultracorredores más destacados del país. Ha estado compitiendo en ultramaratones desde 2001, y ha ganado y establecido récords en carreras de 50K, 80K y 160K (100 millas). Es esposo, empresario y orgulloso padre de tres hijos.
Este articulo es una traduccion publicada en el libro Trainning for the Uphill Athlete, Steve House | Kilian Jornet




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